“Sincerar salarios” o legalizar irregularidades
Se ha convertido en tema central de debate en
la sociedad, y materia ineludible de las noticias, el descontrol absoluto en la
asignación de “sobresueldos” y otros “beneficios” a los funcionarios de la
Administración Pública.-
Poco o nada puede agregarse al tema que ha
desnudado los abusos en que incurrieron los administradores de la cosa pública,
quienes, insatisfechos con poblar las oficinas del Estado con parientes,
amigos, correligionarios, “amigas” y clientes, les otorgaron todo tipo de
beneficio económico.-
Se ha dicho todo y de todo, como testimonio
del asombro y la indignación que produce a una sociedad que es testigo del modo
en que se ha creado una verdadera casta social que desangra su economía, rodeándose
de todo tipo de privilegios.-
Nada se puede agregar al respecto cuando la
crítica corre el riesgo del populismo barato, que asoma en todos los sectores
involucrados, en especial aquellos que – desde sus altos cargos de Gobierno –
manifiestan su rechazo a una situación que ellos mismos han contribuido a
generar, y plantean la necesidad de revisar la “política salarial del Estado”,
el inicio de una campaña de austeridad, fortalecer la transparencia, la
Institucionalidad y “sincerar los salarios” (sic.).-
Estas reacciones, que tienen mucho de oportunistas
y poco de racionales, pueden producir más daño que beneficios.-
Para poner las cosas en claro, debemos
advertir, que el origen del régimen salarial diferenciado, de ciertos
funcionarios públicos, integrándolo con un “salario básico” y “bonificaciones o
gratificaciones”, tenía dos propósitos claros, el primero: proteger la caja
fiscal, ya que sobre estos últimos conceptos no se aportaba a la caja
jubilatoria, y en consecuencia, el haber jubilatorio que correspondía a quien
se acogiese a este beneficio, era calculado sobre la base del salario base o
real, sin los beneficios adicionales. El segundo: burlar los límites salariales
establecidos por en la Ley de Presupuesto.-
Pero, el tiempo y la irresponsabilidad e irracionalidad
en el manejo de la cosa pública, fue “flexibilizando” el criterio inicialmente
adoptado, hasta el punto de que, mediante este sistema se ha superado –
inclusive – el salario asignado al Presidente de la República.-
Hoy día, los parlamentarios, sin asumir sus
propias responsabilidades, derivadas del papel que les cupo cumplir en la
aprobación del Presupuesto General de la Nación, con su correspondiente Anexo
de Personal, acosados por el escándalo, el rechazo de la sociedad y los
espacios que la prensa le dedica, plantean “revisar y corregir” la situación, pero
al mismo tiempo reivindican el derecho de los esforzados funcionarios públicos,
cuyos salarios básicos, no están acordes – según dicen – a la labor que
desempeñan.-
Estos mismos, y otros, alzan su voz para
defender la esforzada tarea, el eficiente servicio y la compleja labor que
desarrollan sus funcionarios. Según dicen, la mayor parte de ellos merecen las
retribuciones que reciben, y por tal motivo, para corregir esta “injusticia” se
comprometen a “sincerar” los salarios.-
Lo más indignante es que dirigiendo nuestra
mirada hacia otros sectores de la Administración del Estado, encontramos
situaciones que rayan lo absurdo y – además de inadmisible – constituyen un
verdadero agravio a la inteligencia, una grosería incalificable. Los Ministros
de la Corte Suprema de Justicia (y posiblemente los demás Magistrados del Poder
Judicial) incrementan sus salarios con una retribución “por grado académico”, a
pesar de que dicha condición es requisito Constitucional (en el caso de los
Ministros de Corte) y legal (en el caso de los demás Magistrados), para acceder
al cargo.-
Por eso, no me queda muy claro que es lo que
pretende decirse con aquello de “sincerar salarios”, pues si se trata de elevar
los salarios básicos a los volúmenes reales o aproximados, que hoy perciben los
funcionarios privilegiados, lo único que habrá cambiado es la denominación de
la asignación que perciben.-
De ser así, el daño que se producirá al
patrimonio del Estado, será – sin ninguna duda – mucho mayor que el actual,
pues, al elevarse los niveles del salario básico, las jubilaciones que se
acuerden en el futuro tendrán como referencia estos nuevos salarios, sobre los
cuales jamás han realizado aportes jubilatorios, agravando sensible y
considerablemente la delicada situación de las cajas jubilatorias del Estado.-
Sincerar, para el Diccionario de la Academia
de la Lengua Española, deriva del latín purificar y significa “…Justificar la inculpabilidad o
culpabilidad de alguien en el dicho o hecho que se le atribuye…”.-
Si lo que encierra
el proyecto de “sincerar salarios” es justificar
la inculpabilidad de alguien, el problema no se resuelve, queda abierto
e inconcluso. No habrá culpables, no se
identificarán responsables, y todo se limitará a “patear el problema hacia
adelante”, para que futuros Gobiernos, pero los mismos contribuyentes enfrenten
las graves consecuencias que producirá una Caja Fiscal absolutamente incapaz de
hacer frente al pago de las jubilaciones.-
Como sociedad, no podemos tolerar que sencillamente se “sinceren salarios”, por el contrario, debemos reclamar que se recorten beneficios ilegales, pues resulta intolerable que todo no pase de una mera legalización de irregularidades.-
Jorge Rubén Vasconsellos